“Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo”. Don Miguel Ruiz.
“Las palabras tienen poder”, esta frase es tantas veces repetida, hasta en la biblia, que es un libro de referencia por su sabiduría intrínseca- incluso para los no religiosos- hay varios versículos en los que se hace alusión al poder que tienen las palabras. Pero, a juzgar por el mal uso que hacen muchas personas de sus palabras, pareciera que esto es asunto sin importancia.
«La boca habla de lo que está lleno el corazón». Mateo 12:34.
Suelo decir que cuando uno quiere realmente conocer a alguien, sólo tiene que permitirle hablar (del tema que sea), y lo curioso es que no importa si esta persona habla de sí mismo, de otras personas de su familia, vecinos o compañeros del trabajo. Vas a aprender sobre ella… por sus palabras.
Es importante que tomemos consciencia del uso que hacemos de nuestras palabras, pero no solamente de las palabras habladas, también las que usamos en nuestros pensamientos.
Ya es sabido que todos tenemos una voz (o a veces varias) en la cabeza que dominan por completo el giro de nuestros pensamientos, y que por lo general establecen diálogos que no nos ayudan en absoluto si queremos crear la paz interior, tan necesaria para lograr la ansiada felicidad o el bienestar.
Si eres honesto contigo mismo podrás reconocer que las cosas que nos decimos en esos diálogos mentales, muchas veces no nos atreveríamos a decírselas ni a nuestro peor enemigo. Estas palabras obedecen a patrones aprendidos de nuestro entorno familiar, escolar, o social y por lo general se quedaron gravadas en el subconsciente desde la niñez.
Tanto si son las palabras habladas, como las que parloteamos sin cesar en nuestra cabeza, deberíamos empezar a poner atención y reconocer que la energía que emana de ellas está diseñando y materializando nuestra vida.
Dado el poder que tienen nuestras palabras, es de suponer que cuando tenemos hijos pequeños, esto ya se torna en una responsabilidad mucho más seria, porque es como tener en las manos la arcilla que más adelante será una hermosa vasija.
Por muy pequeños que sean tus hijos, no los contamines con palabras que no se sabe las consecuencias que ellas podrían desencadenar en el moldeado de sus mentes.
Luego, cuando ellos se vuelven adultos se torna difícil cambiar patrones que fueron creados y creídos desde la infancia, sobre todo porque la mayor parte de las veces no se sabe el origen de estos, si lo dudas, fíjate en tu propia conducta mental.
Nuestros padres hicieron hasta donde sus conocimientos y experiencias les permitieron en su papel de formadores, y no es válido ahora juzgarlos porque actuaron de manera desacertada, injusta, indiferente, demasiado exigente o incluso abusiva. Pero por favor, sé mas consciente que lo que ellos fueron… ahora que eres padre (o madre).
Siempre que lleguen los pensamientos belicosos, de tristeza, frustración, o cualquier desarmonía mental, dale las gracias y pregunta ¿Para qué sirve pensar en esto? ¿Acaso deseo verlo manifestado en mi vida? O ¿De veras quiero más de esto?
Si no estás lo suficientemente obstinado, temeroso, aburrido; quizás quieras esperar un poco para hacer tu cambio, pero no es justo que tus hijos tengan que transitar a través del oscuro túnel, si existe tanta información que puedes obtener para proveerles de una infancia lo mas linda y sana posible, a la luz de un ambiente cálido y acogedor, lleno de confianza y amor, el hogar donde siempre es agradable y seguro estar.
Conozco a muchos padres y familiares cercanos que se refieren a los niños, y los califican de locos, malos, terribles, tontos, enfermizos. No creo que lo hacen con mala intención, solo que son inconscientes y no miden el alcance de sus palabras.
«Ten cuidado cuando se trata de tus palabras. Las palabras que no significan mucho para ti pueden quedarse con alguien para toda la vida». Rachel Wolchin.
Si tienes dudas a cerca del lenguaje que usas en tu ambiente familiar y con tus hijos, a continuación te presento algunos ejemplos de cosas que quizás les dices, o al menos las comentas en su presencia:
- No corras porque te vas caer.
- ¿Por qué no puedes hacer algo bien?
- Eres lento para aprender.
- Este niño llora por todo.
- Si no te comes toda tu comida no saldrás a jugar.
- Yo sé que mis hijos son locos.
- Tienes que ser buen niño porque a los malos nadie los quiere.
- ¿Por qué no sacaste un 100 en esa prueba?
- Tú no podrás lograrlo.
- No podrás ser… bailarina, pintor, cantante, etc… porque…
- Los hombres no lloran.
- Eres igual a …
- En esta familia todos padecemos de… (alguna enfermedad).
- La vida es difícil y hay que trabajar duro para obtener lo que se desea.
- Si no te peinas de esta manera no te verás linda.
- Las mujeres para verse bellas deben sufrir.
- El dinero es sucio y la gente con mucho dinero no es bien vista a los ojos de Dios.
- Es de mala educación reírse o hablar alto.
Lo cierto es que todas las frases listadas anteriormente son condicionantes de probables patrones de pensamientos que generan consecuencias. Los niños, hasta que tienen al rededor de 7 años de edad son como esponjas captando estímulos de su entorno, especialmente de sus padres.
A partir de ahora, toma responsabilidad total, decide a lo que dedicas tus energías mentales y emocionales, que luego se van a manifestar en tu cuerpo y en las experiencias que te tocará vivir. De esta forma, también serás un buen espejo en el que tus hijos se quieran mirar.
Por supuesto que entiendo por “responsabilidad” algo muy diferente de la “culpa”. Cuando nos hacemos responsables, asumimos la vida como protagonistas y no como víctimas de otros (ni de nuestros propios actos del pasado), esto conlleva a posicionarte en el presente, para hacer lo que es necesario en cada momento.
A veces nos da pereza el hecho de tener que estar atentos a nuestras palabras (expresadas o no), pero siempre recuerda que “las palabras tienen poder”, sí, el poder de la manifestación, de manera que, si deseas ofrecer a tus hijos un entorno sano emocionalmente, empieza por modificar tu expresión oral y acompañada de una actitud coherente con lo que dices.
«Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de hablar, pero sus ecos son realmente infinitos». Madre Teresa.
Revisemos entonces la lista de frases que usas de manera ocasional o cotidiana, veamos si podemos modificar su estructura, y practica sistemáticamente una forma diferente de dirigirte a los demás, en especial a los niños:
- Correr es sano y divertido, hazlo con cuidado.
- Hazlo lo mejor que sepas y no te compares con nadie.
- Cada cual aprende a su paso, tómate tu tiempo.
- Si sientes deseos de llorar, date permiso para hacerlo. Podemos hablar de esto cuando quieras.
- Comes cuando sientas hambre.
- Mis hijos son niños sanos, fuertes, alegres, activos, etc.
- Todos cometemos errores, cuida de no dañarte o dañar a otros. Pero si lo hiciste, siempre puedes disculparte.
- Si no obtuviste buenas calificaciones, quizás la siguiente ocasión puedas responder acertadamente, no te compares con otros.
- Si realmente quieres lograrlo… confío en que lo harás.
- Podrás llegar a ser lo que sea que te propongas.
- Si te dolió, claro que puedes llorar, siempre es saludable expresar tus emociones.
- Eres un ser único e irrepetible y no tienes por qué parecerte a alguien más.
- Eres completamente sano.
- La vida está siempre a tu favor, si sabes cuáles son tus talentos innatos y disfrutas de lo que haces, vas a tener lo que necesitas.
- Tú eres una niña linda, sin importar tu peinado.
- Si una mujer se siente cómoda, es genuinamente bella.
- El dinero es necesario para obtener muchas cosas y no hay nada de malo en ser millonario.
- Siempre es bueno y saludable ser auténtico y disfrutar de la vida con alegría.
«Tu palabra es el poder que tienes que crear; Es un regalo». Don Miguel Ruiz.
Por supuesto, estas frases varían en dependencia de la situación y la edad de los niños, así como la manera en la que nos expresamos, procura hacerlo consciente y amorosamente.
Ten presente que no siempre estarás exento de cometer errores, por lo cual no debes tener ningún reparo de pedir perdón a tus hijos, mostrarte vulnerable y disculparte si te equivocaste, es también una forma asertiva de hacerles ver que puedes reconocer una equivocación y dar lo mejor de ti para corregirlo, sin culpa ni vergüenza.
«El lenguaje crea la realidad. Las palabras tienen poder. Habla siempre para crear alegría». Deepak Chopra.
2 comments
Muy interesante y ciertamente verdadero su árticulo y las opiniones personales que lo enmarcan. Como padres y educadores es nuestro deber y compromiso proveer a nuestros hijos y/o estudiantes de un entorno saludable y rico en recursos que los ayuden a crecer y desarrollarse armoniosamente atendiendo a las virtudes y habilidades que poseen, permitièndoles con nuestra guía que las descubran y las lleven a su máxima expresión. Es una gran y hermosa responsabilidad! Gracias por ayudarnos a tomar conciencia de nuestro roll inigualable y único en nuestras familias, en nuestro entorno, en nuestra sociedad. Artículos como ese deberían inundar las redes sociales, los canales noticiosos, los murales de pueblos y ciudades y mucho más.
Muchas gracias, esto me ayuda mucho..
He podido reflexionar sobre como lo voy haciendo con mis hijos.
Espero con alegría tu próximo blog.